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Foto del escritorLcdo. José Ariel Nazario

SCOTUS y el PPD

Actualizado: 20 jul 2023


Los golpes que nos ha dado el Gobierno de los Estados Unidos han atrasado el proyecto de Luis Muñoz Marín y Antonio Fernós Isern y al Estado Libre Asociado, por más de 60 años. Este ha sido uno de los retrocesos democráticos más dramáticos en la historia moderna del remanente de posesiones y territorios adquiridos en la guerra entre los imperios, comparable – solo en parte – con el atropello de la República Popular China a la población de Hong Kong, obviamente, en franco acuerdo con el imperio británico.


La decisión del Tribunal Supremo de los Estados Unidos negándose a revisar si a la Junta de Supervisión Fiscal debe adherirse a determinado proceso antes de declarar nula una legislación, evidencia clara y patentemente que el problema de la relación política entre Puerto Rico y los Estados Unidos es uno exclusivamente político; atropello que ni la ciudadanía americana puede evitar o tan siquiera disuadir. Es más, si hay algún mito en nuestra realidad constitucional, no es el de separación de iglesia y estado como proclaman algunos religiosos fundamentalistas, incluyendo uno de los capellanes de la 18va. Asamblea Legislativa, sino el de que la relación política actual es por mutuo acuerdo, o que hay futuro en continuar arrastrándonos en el reclamo de derechos fundamentales en las cortes de los Estados Unidos de América. Los americanos – y me refiero al Gobierno de los Estados Unidos de América y no a nadie para quién ser americano es un asunto de vida o muerte, con la promulgación de PROMESA nos han negado lo más básico con lo que ventean su democracia por todo el mundo, que es el debido proceso de ley, mediante una determinación política, promulgada unilateralmente y en estrecho vínculo con grandes sectores e intereses económicos (pues ninguno representa el bien común) que poco le importamos Puerto Rico y los puertorriqueños).


A lo mejor me estoy aventurando al sugerir que la situación es insostenible y vergonzosa, no por mí, sino por quienes viven y sobreviven – cómodamente – bajo esa relación imperfecta que van a decir que todo es una exageración y con el cambio de gente todo se resuelve. Quién piense que el objetivo del proyecto político Muñoz-Fernós era lo mejor de dos mundos, están muy equivocados. Lo “mejor de dos mundos” fue un golpe publicitario genial e incluso en 1993, nos permitió a los estadolibristas y populares de entonces, amortiguar un poco la derrota del 1992. Un paréntesis para recomendar la lectura de un artículo recientemente publicado por un amigo del alma, que comenzó como alumno y está terminando como maestro y en el cuál magistralmente traza -política y hasta casi antropológicamente -, la ruta para encontrar el eslabón que explica tantas cosas tan difíciles de entender, incluyendo PROMESA y nuestra realidad como pueblo. El artículo titulado “Tiempo puertorriqueño” de la autoría de Roberto Ariel Fernández, pueden examinarlo en el siguiente enlace:


Yo estoy convencido que sin jamaquear el tema de la relación política con los Estados Unidos no es posible establecer un programa político responsable, capaz de sembrar esperanza en un futuro cierto. La presente trayectoria nos lleva una realidad positiva para pocos, y triste para muchos. Y eso le aplica a los rojos, azules, verdes, púrpuras o amarillos; a cristianos, moros y ateos, y todas las alianzas imaginables.


La Junta de Supervisión Fiscal es una institución vergonzosa e insultante a la soberanía del pueblo puertorriqueño. Nos han impuesto un gobierno y han diluido la capacidad de los puertorriqueños de proteger a su gente más vulnerable; han impuesto un proyecto de gentrificación y despojo de los recursos del país, y puesto en manos de diez o veinte fariseos, bien pagos y quiénes a su vez han invertido y repartido los dineros del país entre sus amigos y socios internos y externos, la salud de un pueblo y la misma vida de un país.


Ese tiene que ser el proyecto principal del PPD si quiere tener la oportunidad de llevar a cabo su proyecto de revolución pacífica cuyo principio es claro: el fortalecimiento y desarrollo de esta tierra y el país, como refugio seguro y consuelo de todos, todas y todes lo que aquí viven, y para los que están regados por el planeta. Solo así podemos atribuirnos capacidad para desarrollar y hacer valer una agenda de trabajo predicada en los principios enmarcados en las veinte secciones de la Carta de Derechos, base y elementos cardinales - no negociables – de la filosofía y el proyecto político del PPD al cuál yo pertenezco.

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