Por Lcdo. Ariel Nazario, ex secretario PPD y ex comisionado electoral PPD
Algunas opiniones publicadas hoy sugieren que en el PPD ha comenzado un capítulo que no sé si llamarlo velorio o una larga ceremonia fúnebre (del rito católico que dicen que es el más largo). Por lo tanto, voy a aprovechar para hacer varias observaciones habiendo finalizado el proceso de selección del nuevo Presidente antes de que alguien se le ocurra echarle tierra al féretro y cemento a la tumba.
En primer lugar, quiero felicitar a l@s funcionari@s electorales que participaron en el proceso, muy en particular a las personas seleccionadas para supervisar tanto el recuento de la noche del evento, como el voto añadido a mano. Son dos mujeres que el PPD debe reconocer y estimar siempre, pues sus ejecutorias no son de ahora sino de toda su vida como funcionarias de la CEE. Ellas saben quiénes son (E & B) y siento una gran satisfacción pues privadamente opiné desde antes de comenzar el proceso que eran las llamadas a dirigirlo.
En segundo lugar. Puede sonar tedioso pero el PPD tiene que asumir una actitud de trinchera (RHC 1980), sin importarle lo que hagan o dejen de hacer otr@s. El componente electoral tiene que enfocarse en su movilización y perfeccionamiento. Por eso el mensaje político (motivación) y electoral (capacitación) deben tener como objetivo la movilización y capacitación de funcionari@s para enfrentar un escenario igual o peor que el del 2020.
Las enmiendas propuestas al estatuto electoral no tienen relevancia alguna en lo que se refiere a los grandes retos que representó y representa un sistema creado por el PNP, que mantiene de rehén al PPD; temerosos porque se perderá el control (hace rato perdido) de la CEE; porque nuestr@s herman@s e hij@s van a perder sus trabajos ante la posible dilución del poder, por las razones que sean, incluyendo el surgimiento de movimientos emergentes, las anunciadas y amenazas de alianzas, y el “vested interest” que puedan tener en la repartición del “botín” político que representa el aparto electoral para estos partidos viejos o emergentes, alianzas o movimientos.
La democracia puede requerir mayores sacrificios que cualesquiera de los anteriores temores.
Cómo decía un buen amigo y ex funcionario del PPD, en su mensaje Muñoz Marín atacaba a los liberales, así como a los republicanos y socialistas que organizaron la alianza que traficaba con la compraventa de votos y en la preservación del paraíso para los grandes intereses y terratenientes de entonces. En 2023 ni Puerto Rico o el PPD se merecen de su liderato posturas acomodaticias de las que se mueven según “sopla el viento”. ¡Qué se repudie el sistema electoral vigente! ¡Cero negociaciones!
No se puede tener miedo a la derrota, pues la hemos sufrido en más de una ocasión. No se le puede tener miedo a ser minoría pues ya no somos un partido de mayoría. Ahora bien, se puede ser minoría sintiendo arraigo en el propósito de país. Pero también se puede ser minoría sin ruta, sin propósito, como los pueblos nómadas que al final del camino quedan extinguidos o viviendo confinados en reservaciones.
La transformación del país y el rol del PPD como promotor de esta, son suficiente evidencia de la gesta histórica de la colectividad. Sobre esa presumo que puede haber poco interés en narrarla y revivirla; incluso un gran interés por olvidarla, por lo que son sus líderes los responsables de su Alpha y Omega (principio y fin). Pero nada de lamentos o culi-flojos. Recordemos que aún en la mitología, los héroes también mueren (pero luego de haber acabado con el monstruo).
¡Feliz Día de las Madres!
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